Poco a poco, casi de forma involuntaria, la serie “Figuración imaginativa” se transformó en “PAISAJES AUSENTES”. La descomposición del color y la forma es la particularidad más sensible. Pretendía realizar una desintegración totalmente voluntaria de la forma. Se trata de descomponer la idea del paisaje hasta el extremo más radical, para lograr la total ausencia del mismo. En la propia visión de los cuadros queda evidenciado esta desintegración del paisaje que nos conduce irremediablemente a una desintegración de la realidad.
Es el reflejo de la lucha entre lo percibido como real de lo percibido como sentido. En esa lucha, que también es un reflejo de la propia lucha del individuo, de lo que desea como ideal (lo sentido) de lo que observa y percibe objetivamente (lo real). En esa terrible lucha diaria y, como un reflejo poético en toda la serie, el triunfo se lo lleva siempre lo sentido en contra del desencanto de lo real, de lo percibido.